Book Description
En los ultimos anos la sociologia de la cultura ha visto reverdecer sus credenciales. Esta vuelta no tiene, sin embargo, el caracter de una restitucion de la empresa que se asocia con los nombres de Max Scheler, Alfred Weber y, sobre todo, Karl Mannheim es decir, la clasica sociologia de la cultura . Aunque este sector del analisis social nunca fue un campo teoricamente unitario, el conjunto de estudios que se desarrollo bajo ese nombre, casi como una especialidad alemana, entre las decadas de 1920 y 1930, tenian en comun el que eran concebidos como contribuciones a una sociologia del espiritu. Pues bien, la cultura humanistica, que seguia obrando normativamente en la clasica sociologia de la cultura, ya no inspira las nuevas perspectivas sociologicas, donde se refleja, en cambio, la importacion de enfoques, esquemas y conceptos de otras disciplinas del mundo social. Los autores cuya influencia se invoca con mas frecuencia al hablar de la reanimacion de la sociologia de la cultura Pierre Bourdieu, Raymond Williams o Clifford Geertz dificilmente podrian ser identificados como expositores de una misma concepcion. Hay quienes dicen, por ello, que actualmente esta en curso una nueva sociologia de la cultura, que habria comenzado a forjarse ya en la decada de 1970, aunque solo recientemente comenzara a ser reconocida por el resto de la disciplina sociologica. Todos estos elementos fueron tenidos en cuenta al seleccionar los terminos de esta obra, destinada a proporcionar un mapa actual de la sociologia de la cultura. Aun cuando se renunciara a toda pretension de exhaustividad, el caudal lexico no podia ignorar ni los dominios y conceptos que provenian del periodo clasico de la disciplinacomo la sociologia del conocimiento o de la religion, o el concepto de ideologia ni los temas, nociones y enfoques que han surgido del fermento mas reciente. Ahora bien, un repertorio de este tipo solo podia ser fruto de la reunion de varias competencias, de la colaboracion intelectual entre sociologos y criticos literarios, historiadores y semiologos, especialistas en educacion y en medios masivos de comunicacion. Mas todavia: si se echaba de menos un instrumento asi en America Latina, por que no producirlo con el concurso de los estudiosos del subcontinente? En efecto, una obra de estas caracteristicas no podia ignorar la reflexion ni la investigacion latinoamericanas. Los mas creativos de los intelectuales latinoamericanos han actuado en este dominio como aconsejaba Jorge Luis Borges a los escritores sudamericanos: tomar como propia toda la tradicion occidental y manejar sus temas sin fetichismo y ninguna supersticion de escuela. La respuesta de quienes fueron invitados a colaborar y que hicieron posible este libro no ha podido ser mas alentadora.